Al comienzo de la novela, Demetrio Macías define su partida hacia la incierta empresa de la guerra. Se alza, e inicia el ciclo que mostrará su desarrollo como personaje, sus aciertos y desaciertos, sus logros militares, su transformación como hombre de armas, sus grados militares, de coronel y general, etc., hasta volver simbólicamente al seno familiar de la cual parte. En este marco la guerra representa como hecho colectivo, es decir, como un fenómeno participativo y envolvente.
Demetrio
Macías parece descrito mediante las
facciones de su rostro, de “mejillas rojizas de indígena de pura raza”, y
funciona como un actante que se perfila así mismo mientras funciona en dos niveles, como observador y como catalizador
de las acciones principales que se llevan a efecto en su entorno. Macías es sin
duda el gran héroe de la “revolución” que se desarrolla en la novela, pero al
mismo tiempo es un héroe trágico que crece junto a los acontecimientos y
sucumbe ante ellos a no poder detener el proceso arrollador en el cual está
inmerso.
En
la historia y en la novela confluyen una serie de instancias donde se ventilan
los motivos de una guerra que, desde el enfoque narrativo, parece ser la de los
personajes individualizados en sus intereses, y carentes de un programa
ideológico que muestra la “razón de ser”, el porqué de la participación como
sujetos de esa lucha armada. Queda entonces como marco general de la novela, en
tanto vínculo de esta con los acontecimientos históricos reales, una
justificación quizá mejor entendida como una de las formas de la utopía
política.
Los de abajo, constituye una de las obras
representativas de la Revolución Mexicana de 1910, pues expresa de manera
directa lo que fue el espíritu del agitado período de la contienda
revolucionaria. Por consiguiente, la
escritura de Mariano Azuela, refleja fielmente lo que fueron las experiencias
vividas por muchas mujeres y soldados mexicanos en los años de la guerra
revolucionaria.
En
consecuencia, es una historia que se centra en el campesino Demetrio Macías
quien, al verse amenazado por las tropas del gobierno, huye de su casa después
de haber sido presa de abusos e injusticias.
Posteriormente herido y aturdido por lo que pasa, se encuentra con un
destacamento rebelde que lo protege hasta que se recupera de las lesiones. Macías se une así a las fuerzas
revolucionarias y en uno de sus viajes conoce a la que sería su amante, una prostituta
llamada “La Pintada” y unos años más tarde se reencuentra con Camila aunque
ella muere a manos de la prostituta guerrillera a causa de los celos y de la
ira que siente la caudilla al ser expulsada del grupo comandado por Macías.
Demetrio
Macías cansado de la guerra, de la violencia y pasado su interés por la
rebelión, decide regresar a su pueblo con la ilusión de ver a su familia sin saber
que, en el camino de regreso, serían sorprendidos por una patrulla federal y
pasados por las armas.
Pero indagando en la estructura
ideológica de la novela se encuentran otras justificaciones que vendrían a ser
consecuencia de una necesidad colectiva de reivindicación (revancha, desquite y
más) de un sector no favorecido, es decir, de un grupo popular, explotado,
reprimido, carente de oportunidades de surgimiento. Por ello, en la novela se
cuida cada uno de los detalles que configuran esos personajes populares que se
manifiestan autónomamente mediante un lenguaje directo, diáfano, amargo a
veces, pero que no se distancia de sus propias raíces, es decir, un lenguaje
que se sustenta en el contexto de las carencias. Por esta razón el título de la
novela alude a un protagonismo que está dado por la localización y por la separación de espacios marcados por
una gran carga ideológica: “Los de abajo” son, en la opinión del mismo Azuela,
los “genuinos revolucionarios”, cuya observación contrasta con “los de arriba”,
implicados en lo que la novelística denomina “tedioso mundo de la pequeña
burguesía”. La serie de conflictos que se articulan, llámense, políticos, ideológicos,
económicos, sociales o morales, entre otros, hacen que la Revolución, por lo
menos en la fase inicial de la lucha armada que es donde en principio se
inscribe, se constituya como la verdadera protagonista de la novela. Este
fenómeno es atendido desde diversos puntos de vista, que pasan por la
observación y opinión directa de los personajes sobre ese hecho, hasta un
recurrente juego de interpretaciones como es el punto de vista, lo cual
representa una determinada valoración de los acontecimientos, y cuyos polos de
articulación parecen ser, por un lado, el entusiasmo ante la posibilidad
concreta de presentar la realidad, y por
el otro, la decepción que se manifiesta en las prácticas nada transformadoras
en que devienen los resultados.
Patricia Carrasco
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