lunes, 9 de septiembre de 2013

"Los de abajo" (1916) de Mariano Azuela


Al comienzo de la novela, Demetrio Macías define su partida hacia la incierta empresa de la guerra. Se alza, e inicia el ciclo que mostrará su desarrollo como personaje, sus aciertos y desaciertos, sus logros militares, su transformación como hombre de armas, sus grados militares, de coronel y general, etc., hasta volver simbólicamente al seno familiar de la cual parte. En este marco la guerra representa como hecho colectivo, es decir, como un fenómeno participativo y envolvente.
           
 Demetrio Macías  parece descrito mediante las facciones de su rostro, de “mejillas rojizas de indígena de pura raza”, y funciona como un actante que se perfila así mismo mientras funciona en dos  niveles, como observador y como catalizador de las acciones principales que se llevan a efecto en su entorno. Macías es sin duda el gran héroe de la “revolución” que se desarrolla en la novela, pero al mismo tiempo es un héroe trágico que crece junto a los acontecimientos y sucumbe ante ellos a no poder detener el proceso arrollador en el cual está inmerso.    

En la historia y en la novela confluyen una serie de instancias donde se ventilan los motivos de una guerra que, desde el enfoque narrativo, parece ser la de los personajes individualizados en sus intereses, y carentes de un programa ideológico que muestra la “razón de ser”, el porqué de la participación como sujetos de esa lucha armada. Queda entonces como marco general de la novela, en tanto vínculo de esta con los acontecimientos históricos reales, una justificación quizá mejor entendida como una de las formas de la utopía política. 

Los de abajo, constituye una de las obras representativas de la Revolución Mexicana de 1910, pues expresa de manera directa lo que fue el espíritu del agitado período de la contienda revolucionaria.  Por consiguiente, la escritura de Mariano Azuela, refleja fielmente lo que fueron las experiencias vividas por muchas mujeres y soldados mexicanos en los años de la guerra revolucionaria.  

En consecuencia, es una historia que se centra en el campesino Demetrio Macías quien, al verse amenazado por las tropas del gobierno, huye de su casa después de haber sido presa de abusos e injusticias.  Posteriormente herido y aturdido por lo que pasa, se encuentra con un destacamento rebelde que lo protege hasta que se recupera de las lesiones.  Macías se une así a las fuerzas revolucionarias y en uno de sus viajes conoce a la que sería su amante, una prostituta llamada “La Pintada” y unos años más tarde se reencuentra con Camila aunque ella muere a manos de la prostituta guerrillera a causa de los celos y de la ira que siente la caudilla al ser expulsada del grupo comandado por Macías.   

Demetrio Macías cansado de la guerra, de la violencia y pasado su interés por la rebelión, decide regresar a su pueblo con la ilusión de ver a su familia sin saber que, en el camino de regreso, serían sorprendidos por una patrulla federal y pasados por las armas.  

Pero indagando en la estructura ideológica de la novela se encuentran otras justificaciones que vendrían a ser consecuencia de una necesidad colectiva de reivindicación (revancha, desquite y más) de un sector no favorecido, es decir, de un grupo popular, explotado, reprimido, carente de oportunidades de surgimiento. Por ello, en la novela se cuida cada uno de los detalles que configuran esos personajes populares que se manifiestan autónomamente mediante un lenguaje directo, diáfano, amargo a veces, pero que no se distancia de sus propias raíces, es decir, un lenguaje que se sustenta en el contexto de las carencias. Por esta razón el título de la novela alude a un protagonismo que está dado por la localización  y por la separación de espacios marcados por una gran carga ideológica: “Los de abajo” son, en la opinión del mismo Azuela, los “genuinos revolucionarios”, cuya observación contrasta con “los de arriba”, implicados en lo que la novelística denomina “tedioso mundo de la pequeña burguesía”. La serie de conflictos que se articulan, llámense, políticos, ideológicos, económicos, sociales o morales, entre otros, hacen que la Revolución, por lo menos en la fase inicial de la lucha armada que es donde en principio se inscribe, se constituya como la verdadera protagonista de la novela. Este fenómeno es atendido desde diversos puntos de vista, que pasan por la observación y opinión directa de los personajes sobre ese hecho, hasta un recurrente juego de interpretaciones como es el punto de vista, lo cual representa una determinada valoración de los acontecimientos, y cuyos polos de articulación parecen ser, por un lado, el entusiasmo ante la posibilidad concreta  de presentar la realidad, y por el otro, la decepción que se manifiesta en las prácticas nada transformadoras en que devienen los resultados.    

Patricia Carrasco

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