domingo, 18 de agosto de 2013

Caín y Abel bajo la sombra de una dictadura: Crítica a la Cuba de Fidel en "Los mangos de Caín"

La Revolución Cubana trajo consigo gran confusión dentro del ámbito artístico e intelectual. Sin embargo, un factor que sí estaba muy claro para los grandes líderes revolucionarios fue la necesidad que se tenía del apoyo de los intelectuales y artistas durante la transición al nuevo régimen. Se sabía del alto índice de analfabetismo de la isla, así como también del bajo nivel cultural de la mayoría de la población. Por ende, los revolucionarios buscaban promover el arte y la cultura, pero que éstas a la vez promovieran –o por lo menos no juzgaran– a La Revolución; es decir, se buscaba un sistema de retroalimentación en el cual el arte apoyara al gobierno y viceversa. Existía un gran escepticismo por parte de las mentes creadoras e innovadoras hacia las libertades creativas de La Revolución, así que existía muy poco compromiso social por parte del sector cultural del país. La retórica de imposición que Fidel Castro profesaba no convencía a los intelectuales en su totalidad. Por un lado, Castro ofrecía apoyo material y económico al sector,  y por otro exigía el derecho de La Revolución de ser apoyada y no juzgada. Cualquiera que haya sido la causa de la falta de compromiso social de intelectuales y artistas, los líderes revolucionarios estaban conscientes del poder que este grupo podría llegar a tener sobre el pueblo y de la necesidad de unir fuerzas con este sector para sacar al país adelante. Sin embargo, dentro del ámbito creativo, la necesidad de gozar de libertad de expresión parece haber tenido más peso que el compromiso social que los líderes comunistas exigían.
Dentro del teatro cubano hubo obras que se aventuraron a criticar la institución familiar, la sociedad y la política castrista de los años sesenta. En 1965, el dramaturgo cubano Abelardo Estorino puso en escena una obra de teatro titulada Los mangos de Caín, en donde la historia bíblica de Caín y Abel se transforma en la alegoría perfecta para representar las disputas socio-políticas entre cubanos.
En la obra, Adán y Eva se esfuerzan por criar a sus dos hijos adolecentes, Caín y Abel. Sin embargo, las tentaciones del pecado —sexualidad, conocimiento y cuestionamiento— siempre están presentes en la forma de La Serpiente. Eva se deja llevar por la tentación y es expulsada del paraíso junto con toda su familia. Adán y su hijo preferido Abel tratan de agradar a El Señor para ser agraciados por él y quizás regresar al paraíso algún día. Caín cuestiona las órdenes de El Señor y añora la libertad de elegir su propio destino. Pero Abel no es un santo, sino más bien un hipócrita que pretende acatar órdenes con el propósito de no meterse en problemas. El papel escénico de Abel es una representación de aquellos escritores de la época que escribían lo que el gobierno validaba, sólo para evadir el escrutinio de las autoridades. Aún y cuando Abel es el estereotipo de la sumisión, el personaje llega a cuestionar el papel de chivato que su padre y El Señor le han impuesto: “¿Soy yo el guardián de mi hermano?” (99), Abel protesta porque no quiere seguir vigilando las acciones de su subversivo hermano Caín –alusión evidente, ¿no?
Las alusiones a la sociedad comunista cubana son claras y fuertes. Adán como el patriarca familiar trata de convencer a su familia de que lo mejor es callarse y hacer lo que El Señor —o mejor dicho, Fidel Castro— dice sin cuestionarlo: “El Señor me lo ha dicho: si nos comportamos bien, si trabajamos, si no discutimos y nos olvidamos de lo que ese reptil te enseñó, nos permitirá trabajar en la otra finca” (101). Abel se dedica complacientemente a la crianza de cabras y ovejas; Caín se dedica forzadamente al cultivo de mangos. El hecho de que Abel crie ovejas parece ser una alusión al pueblo complaciente bajo el gobierno comunista cubano, ya que las ovejas a lo largo de la historia se han comparado con estereotipos de personas que obedecen sin cuestionar —como Abel—. Abel casi siempre responde “Sí, papá” a las indicaciones de su padre, y a ésto Adán comenta: “Abel, no es necesario que digas siempre sí. Usa tu cabeza. Ahí está el diccionario, puedes emplear otras frases: ciertamente, desde luego, por supuesto. Busca sinónimos y evitarás la monotonía” (112). En este caso el diccionario parece aludir a las reglas impuestas por el gobierno comunista cubano. Eva, como la madre pecadora, también cuestiona la libertad que El Señor les ofrece: “¿Somos o no libres?” y Abel como el padre conciliador entre la rigidez del creador y la curiosidad de la naturaleza humana contesta “somos libres dentro de ciertas leyes” (103).
Las figuras adolescentes de Caín y Abel son perfectas para aludir a diferentes temas dentro de la obra de Abelardo Estorino. Primero que nada, son los hijos de Adán y Eva y como hijos están obligados a obedecer, según las reglas sociales y religiosas, así como los ciudadanos cubanos estaban obligados a obedecer a su gobierno. Aunque estos adolecentes “ya no son tan niños”, como el mismo Adán reconoce, se les quiere seguir tratando como niños. Caín y Abel son jóvenes de diecisiete y dieciséis años en plena pubertad, y ésto se presta para el tema de la sexualidad y cuestionamientos a la moral establecida. En una escena, Adán le dice a su mujer que es hora de quitar el cuadro en donde ellos están pintados sin ropa porque “los muchachos están muy creciditos” y la desnudez de Eva puede alterarlos (102). De igual manera, El Señor prohíbe a Eva correr desnuda con su esposo porque es “una indecencia correr así”, además le recalca que ella es mujer con “dos hijos y una casa que atender” (105). Es evidente que ni en esta parodia bíblica se salva Eva de ser la instigadora, después de todo es ella la que siempre comete la primera falta –o la que cuestiona primero, según como lo vean.  

Los mangos de Caín es una obra con una fuerte crítica social y política tanto para el gobierno castrista, como para aquellos que seguían sus reglas sin cuestionarlas. Es una obra que refuta las normas del poder y la sumisión a través de la representación de la institución familiar.
Aquí añado una probadita de la obra de teatro en video:

Referencias:
Estorino, Abelardo. Los mangos de Caín. La Habana, Cuba: Editorial Letras Cubanas, 1983. 
3H Producciones. "Los mangos de Caín". Video en línea. YouTube. YouTube, 24 mayo 2007. Web. 18 agosto 2013.

Nora K. Rivera  

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