viernes, 23 de agosto de 2013

Claude Lévi-Strauss



Claude Lévi-Strauss su pensamiento acerca del concepto  de “sabiduría poética” un mito de lucro que anima a los llamados pueblos primitivos.  Aborda los problemas de la antropología social, de las reglas de parentesco, los ritos y prácticas de la magia.  El texto analiza los problemas metodológicos que plantea el estructuralismo, y define e ilustra el verdadero análisis científico de los fenómenos humanos sin hacerles perder nada de su riqueza ni de los matices derivados de su diversidad.  
                             
En la obra del antropólogo convergen influencias del estructuralismo lingüístico de Jakobson y piensa que se deben adoptar sus métodos.  Y así él en Las estructuras elementales del parentesco (1949),  abandona la tradición el estudio monográfico de los sistemas de parentela; y con base en una analogía de método y de objeto entre lingüística y antropología, considera la sociedad como un conjunto de individuos puestos en comunicación mediante diversos aspectos de la cultura.  De modo que las reglas del matrimonio, del sistema de parentesco, son consideradas como una especie de lenguaje, un sistema de comunicación: el mensaje lo constituyen las mujeres del grupo que circulan entre los clanes, las estirpes y las familias.   
              
El estructuralista pretende, exactamente, haber captado las reglas que, acantonadas en el espíritu de la humanidad estructuran no sólo las configuraciones sociales de los hombres, sino, sobre todo, sus productos mentales, como es el caso de los mitos.    
                                                                                 
Lévi-Strauss dice: no hay que interpretar el mito para hallar su estructura, sino transformarlo.  Ahí se produce sin duda algo nuevo, el intelecto añadido al objeto, que ofrece la muestra de lo inteligible como tal. El mito sigue siendo un sistema de excelencia semántica: no puede por si solo significar y sólo existe a través del significado.   Señala que la ciencia moderna anima a ver una relación causal entre los gérmenes y la enfermedad, el chamán que da la cura se basa en su capacidad de relacionarse con la enfermedad en el mundo de los mitos y los monstruos que la persona realmente cree. La enferma cree en el mito ya que pertenece a esa sociedad.  Los espíritus tutelares, los malignos, monstruos sobrenaturales y los animales mágicos son parte de un sistema coherente en el que se funda la concepción natural el universo.  Entonces, la mujer enferma cree en el mito, porque pertenece a una sociedad que cree en él.  Lo que no acepta son los dolores incoherentes y arbitrarios, que son un elemento extraño en su sistema, pero el chamán que pertenece al mito se va a integrar en un conjunto donde todo es significativo aún sin ser expresado con palabras. En efecto, lo que pasa es que el chamán ofrece a la mujer enferma por medio de un lenguaje no expresado e inefable de lo contrario, los estados psíquicos pueden ser inmediatamente expresados. Y es la transición a la expresión verbal –Al mismo tiempo, lo que permite experimentar en un orden y en forma inteligible una experiencia real que de otra manera sería un caos inefable- que induce la liberación de un proceso de los efectos fisiológicos, es decir, la reorganización, en un sentido favorable, del proceso en el que la enferma está sometida. 

El análisis mítico no tiene ni puede tener por objeto mostrar cómo piensan los hombres, no se pretende mostrar, cómo los hombres piensan en los mitos, sino cómo los mitos piensan en los hombres sin estos saberlo.  Y tal vez conviene ir aún más lejos, haciendo abstracción de todo sujeto, para considerar que en cierto modo los mitos piensan entre ellos. 
                                                                  
La relación entre el lenguaje y el mito según Lévi-Strauss es algo “salvaje” de la mente y argumenta que la naturaleza de la mente se revela ante las estructuras de sus mitos tanto como en la estructura del lenguaje. En el pasado los mitos han sido sometidos a métodos de interpretación, no sólo entre sí, también, con la naturaleza esencial de los propios mitos. Además, se les ha visto como “sueños” colectivos, como la base espiritual, como la especie de “juegos estéticos”, y figuras mitológicas que se han pensado como “abstracciones personificadas, héroes divinizados y dioses caídos” (SA, p.207).  
  
Finalmente, lo que Lévi-Strauss trata de capturar es el sentido de la interacción entre las dimensiones sincrónicas y diacrónicas y entre lengua y libertad condicional que el relato de, por ejemplo, el mito de “Edipo” siempre va a generar el sentido que estamos en presencia de una total realización potencial, algo que es más que una historia que se cuenta aquí y ahora.    
                                                              
Todo el tema gira alrededor de la noción de analogías, utilizadas en ciertas sociedades para designar todo aquello que aparece, al menos a primera vista, como no familiar, enigmático o extraño. Lévi-Strauss observa que esas nociones, cuyo empleo ha sido tradicionalmente atribuido por los etnólogos a las sociedades exóticas, están, al contrario, presentes en un gran número de culturas, “arcaicas” o modernas. Lo que lleva a formular la hipótesis de que tal tipo de fenómeno posee un alcance universal. Por lo tanto, es una clase de pensamiento que se ejerce frente a un objeto, una situación, un individuo, que se presentan como desconocidos, carentes de un nombre que los designe o identifique.                                                                                                                                              
De allí resulta que las categorías del significante y del significado se constituyeron de manera simultánea y solidaria, al tiempo que el conocimiento, es decir, el proceso intelectual que permite identificar unos en relación con otros ciertos aspectos del significado (…), sólo se puso en marcha lentamente.  En otros términos, “… el universo ha significado mucho antes de que se comience a saber lo que significaba (…), (…) desde el comienzo ha significado la totalidad de lo que la humanidad puede esperar de él”.  (Lévi-Strauss, XLVII-XLVIII). 
                                                                 
Lévi-Strauss como pionero y fundador del estructuralismo, afirma los principios de una axiomática en la cual se reconocería, más allá de sus diferencias, una prestigiosa generación de pensadores franceses.  El primado que Lévi-Strauss acuerda a la razón analítica sería un argumento que una declaración de principios.  Una declaración que instituirá y a la vez tomaría acta de la vigencia de un nuevo régimen de verdad, que tendría a la Ciencia como modelo y como horizonte.                                                                                                              
Patricia Carrasco

No hay comentarios.:

Publicar un comentario