Claude Lévi-Strauss su pensamiento acerca del
concepto de “sabiduría poética” un mito
de lucro que anima a los llamados pueblos primitivos. Aborda los problemas de la antropología
social, de las reglas de parentesco, los ritos y prácticas de la magia. El texto analiza los problemas metodológicos
que plantea el estructuralismo, y define e ilustra el verdadero análisis
científico de los fenómenos humanos sin hacerles perder nada de su riqueza ni
de los matices derivados de su diversidad.
En la obra del antropólogo convergen
influencias del estructuralismo lingüístico de Jakobson y piensa que se deben
adoptar sus métodos. Y así él en Las estructuras elementales del parentesco (1949), abandona la tradición el estudio monográfico
de los sistemas de parentela; y con base en una analogía de método y de objeto
entre lingüística y antropología, considera la sociedad como un conjunto de
individuos puestos en comunicación mediante diversos aspectos de la
cultura. De modo que las reglas del
matrimonio, del sistema de parentesco, son consideradas como una especie de
lenguaje, un sistema de comunicación: el mensaje lo constituyen las mujeres del
grupo que circulan entre los clanes, las estirpes y las familias.
El estructuralista pretende, exactamente,
haber captado las reglas que, acantonadas en el espíritu de la humanidad
estructuran no sólo las configuraciones sociales de los hombres, sino, sobre
todo, sus productos mentales, como es el caso de los mitos.
Lévi-Strauss dice: no hay que interpretar el
mito para hallar su estructura, sino transformarlo. Ahí se produce sin duda algo nuevo, el
intelecto añadido al objeto, que ofrece la muestra de lo inteligible como tal.
El mito sigue siendo un sistema de excelencia semántica: no puede por si solo
significar y sólo existe a través del significado. Señala que la ciencia moderna anima a ver
una relación causal entre los gérmenes y la enfermedad, el chamán que da la
cura se basa en su capacidad de relacionarse con la enfermedad en el mundo de
los mitos y los monstruos que la persona realmente cree. La enferma cree en el
mito ya que pertenece a esa sociedad.
Los espíritus tutelares, los malignos, monstruos sobrenaturales y los
animales mágicos son parte de un sistema coherente en el que se funda la
concepción natural el universo.
Entonces, la mujer enferma cree en el mito, porque pertenece a una
sociedad que cree en él. Lo que no
acepta son los dolores incoherentes y arbitrarios, que son un elemento extraño
en su sistema, pero el chamán que pertenece al mito se va a integrar en un
conjunto donde todo es significativo aún sin ser expresado con palabras. En efecto, lo que pasa es que el chamán
ofrece a la mujer enferma por medio de un lenguaje no expresado e inefable de
lo contrario, los estados psíquicos pueden ser inmediatamente expresados. Y es
la transición a la expresión verbal –Al mismo tiempo, lo que permite experimentar
en un orden y en forma inteligible una experiencia real que de otra manera
sería un caos inefable- que induce la liberación de un proceso de los efectos
fisiológicos, es decir, la reorganización, en un sentido favorable, del proceso
en el que la enferma está sometida.
El análisis mítico no tiene ni puede tener
por objeto mostrar cómo piensan los hombres, no se pretende mostrar, cómo los
hombres piensan en los mitos, sino cómo los mitos piensan en los hombres sin
estos saberlo. Y tal vez conviene ir aún
más lejos, haciendo abstracción de todo sujeto, para considerar que en cierto
modo los mitos piensan entre ellos.
La relación entre el lenguaje y el mito según
Lévi-Strauss es algo “salvaje” de la mente y argumenta que la naturaleza de la
mente se revela ante las estructuras de sus mitos tanto como en la estructura
del lenguaje. En el pasado los mitos han sido sometidos a métodos de
interpretación, no sólo entre sí, también, con la naturaleza esencial de los
propios mitos. Además, se les ha visto como “sueños” colectivos, como la base
espiritual, como la especie de “juegos estéticos”, y figuras mitológicas que se
han pensado como “abstracciones personificadas, héroes divinizados y dioses caídos” (SA, p.207).
Finalmente, lo que Lévi-Strauss trata de
capturar es el sentido de la interacción entre las dimensiones sincrónicas y
diacrónicas y entre lengua y libertad condicional que el relato de, por
ejemplo, el mito de “Edipo” siempre va a generar el sentido que estamos en
presencia de una total realización potencial, algo que es más que una historia
que se cuenta aquí y ahora.
De allí resulta que las categorías del
significante y del significado se constituyeron de manera simultánea y
solidaria, al tiempo que el conocimiento, es decir, el proceso intelectual que
permite identificar unos en relación con otros ciertos aspectos del significado
(…), sólo se puso en marcha lentamente.
En otros términos, “… el universo ha significado mucho antes de que se
comience a saber lo que significaba (…), (…) desde el comienzo ha significado
la totalidad de lo que la humanidad puede esperar de él”. (Lévi-Strauss, XLVII-XLVIII).
Lévi-Strauss como pionero y fundador del
estructuralismo, afirma los principios de una axiomática en la cual se
reconocería, más allá de sus diferencias, una prestigiosa generación de
pensadores franceses. El primado que
Lévi-Strauss acuerda a la razón analítica sería un argumento que una
declaración de principios. Una
declaración que instituirá y a la vez tomaría acta de la vigencia de un nuevo
régimen de verdad, que tendría a la Ciencia como modelo y como horizonte.
Patricia Carrasco
No hay comentarios.:
Publicar un comentario