En 1977 Juan Rulfo comentó para el programa A
Fondo que ni los paisajes ni los personajes que él describió en Pedro Páramo fueron extraídos de la
realidad histórica mexicana. El escritor mexicano argumentaba que sus creaciones
fueron el resultado de su imaginación, basados en la manera en como él
imaginaba que ciertos sucesos, con ciertos personajes, pudieran haber pasado.
Rulfo disfrazó sus personajes y sus lugares con un aire de realismo tan efectivo
que es difícil delinear los límites entre lo real y lo creado.
Pedro Páramo
es una novela que entrelaza las fronteras del pasado histórico mexicano con el
presente fantástico de los personajes. Juan Preciado visita el pueblo de su
padre Pedro Páramo, el siniestro cacique del lugar; sin embargo, al llegar a Comala—o
“la mera boca del infierno”, como la llama uno de los personajes—sólo encuentra
fantasmas que van relatando las penas sufridas en vida. Escrita en 1955, la
narración expone las injusticias sobrellevadas por el pueblo mexicano en los
tiempos de la Revolución. El libro nos enseña una realidad histórica donde las
tierras eran divididas en latifundios—grandes extensiones de tierra bajo un
solo dueño, trabajadas por campesinos viviendo en condiciones miserables.
Frecuentemente, los hacendados dueños de los latifundios se consideraban no
sólo dueños de las tierras, sino también de quienes las trabajaban. Así es como
muchos de ellos se sentían con derechos sobre las mujeres campesinas con las
que procreaban hijos ilegítimos, como lo hace Pedro Páramo en la novela. En la
narración de Juan Rulfo, los abusos y desmanes de Pedro llevan a los habitantes
de Comala a una decadencia física y espiritual, en donde los individuos se van hundiendo
cada vez más en la pobreza y en su propia degradación moral para terminar en
una decadencia fantasmal. Comala se convierte en una podredumbre colectiva
causada por la corrupción y abuso de poder por parte de todos aquellos que
representan a la autoridad, incluyendo la iglesia. El autor denuncia de manera
directa no sólo los abusos de los ricos de la época, sino también las
solapaciones a estos abusos por parte de la iglesia como factor “juzgador” de
la población. Los sacerdotes otorgan la salvación a aquellos que pueden comprar
el cielo con donaciones, y los que no tienen los recursos económicos necesarios
para ganarse el cielo terminan condenados a vagar por toda una eternidad. Rulfo
propone una relación oposicional entre riqueza-salvación y pobreza-condenación.
Aparte de la historia, el relato también nos
enseña las costumbres de la época—que por cierto todavía se pueden apreciar en
algunas comunidades pequeñas de México—como los matrimonios arreglados, las
creencias cristianas y las supersticiones. Los personajes de Rulfo son cuasi-estereotipos
de los habitantes de pueblos pequeños en tiempos revolucionarios: el cacique,
el hijo consentido, los hijos ilegítimos, el hijo legítimo de mala sangre, el
mensajero, la chismosa del pueblo, la celestina, etc. Sus valles y sus rostros
son tan efectivos que hacen olvidar al lector que el libro fue publicado
alrededor de cuarenta años después de La Revolución Mexicana.
Juan Rulfo estaba en lo correcto cuando decía
que sus valles y montes no eran descripciones de lugares específicos. Sus paisajes
realmente podrían describir a todos los valles y montes del centro de México.
De igual manera, Rulfo tenía razón al decir que ninguno de sus personajes estaba
basado en personalidades históricas porque los personajes descritos en sus
narraciones son representaciones generales de las poblaciones rurales de la época.
No es una exageración afirmar que Comala es un microcosmos del México
revolucionario. ¿Estará Comala muy lejos de la realidad actual mexicana?
Rulfo, Juan. Pedro Páramo. México D.F.: Fondo de culura económica, 1975.
Herrera, Miguel Angel. "Juan Rulfo-Entrevista A Fondo". Video en línea. YouTube. YouTube, 29 abril 2012. Web. 11 agosto 2013.
Nora K. Rivera
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